…de mi niñez.

…de mi niñez.

Recuerdos difuminados por el tiempo,
mil veces olvidados y mil veces revividos,
y siempre modelados.

Paraíso ilimitado de la imaginación,
gobernado por la magia que cultiva la inocencia.

Risa desbordada, juego incansable, historias sin final.

Lo imposible, era posible
y hasta los miedos eran irreales.

Hoy, desde el gris de mi pelo,
sonrío triste ante las lágrimas de entonces,
cuando es mi mano la que protege la de mi hijo.

Si yo soy el padre,
¿quién me protegerá de los miedos reales?

Lo imposible, además, ya no es posible,
y las historias siempre tienen su final.

Oskar Benegas

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