…de la muerte.

…de la muerte.

Compañera de viaje, desde siempre y para la eternidad.

Oscura e inevitable,
temible.

Amante a la que damos la espalda durante toda la vida,
evitando nuestro encuentro,
sabiendo, desde siempre,
que tu beso será el último.

Temida no por desconocida,
sino por cotidiana.

Odiada por arrebatarnos padres y madres,
esposos y amantes, amigos y conocidos
y, ocasionalmente, con crueldad infinita, hijos.

Destino de atorrantes vagabundos, poderosos presidentes,
acaudalados y deudores,
a todos igualas, sin querer conocerte.

Todas su vidas, toda vida, toda mi vida,
sucumbirá a tu beso,
entregándote su último suspiro.

Cuando vengas a por la mía, cuando me mires a los ojos,
en la pausa en la que se comprende que has llegado por fin,
permíteme volverme un segundo,
una décima de ese segundo,
para poder recordar el resto de la eternidad,
a quien se queda envuelta en lágrimas,
y lo que dejo atrás.

Oskar Benegas

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